Kei Kanashiro, alumna del Programa académico de Derecho de la UDEP, integró la selección peruana que abordó el Barco Mundial de la Juventud 2015.
Por Claudia Reto. 05 junio, 2015.La Oficina del Gabinete del Gobierno de Japón organizó la edición número 27 del Barco Mundial de la Juventud, un programa que promueve la amistad y el entendimiento mutuo entre la juventud nipona con otros países del mundo.
El Perú, luego de tres años, volvió a ser invitado a participar en el programa. En su representación, viajó una delegación de 10 jóvenes, entre ellos, Kei Kanashiro, estudiante del Programa académico de Derecho de Campus Lima de la UDEP.
El tema principal del programa fue la contribución de los jóvenes a la sociedad, por ello trataron temas como el liderazgo, manejo de proyectos, intercambio cultural y perfil de un líder global. “El programa desarrolló actividades para promover el intercambio de experiencias culturales del país de cada uno de los 212 jóvenes que participamos. También se fomentó el intercambio intelectual, a través de cursos de discusión, seminarios de liderazgo y manejo de proyectos”, detalló Kei.
En este viaje, Kei conoció a personas de 11 países y aprendió que, a pesar del trasfondo cultural diferente de cada participante. “Es importante hacer énfasis en nuestras similitudes para poder cooperar y solucionar conflictos actuales. Fue una importante lección acerca de la tolerancia y comprensión, pues con ellas se puede llegar a intercambiar opiniones diametralmente opuestas, incluso en temas controversiales”.
La estudiante de la UDEP se animó a resumir en tres puntos lo aprendido en el viaje. La primera se sintetiza en “Todos debemos tener un stand”; es decir, dice Kei, una meta en la que creamos fervientemente y por la que debemos luchar todos los días, apuntando todas nuestras actividades a su realización.
La segunda enseñanza radica en la importancia de la tolerancia en un mundo globalizado. “Con la tolerancia logramos escuchar perspectivas diferentes y nutrir y reforzar nuestra postura respecto a un tema. Además, con ella se logran conversaciones interesantes que permiten mejorar nuestro criterio”, explicó.
Por último, comentó que cada país que participó en el Barco tiene puntos positivos que resaltar. “Debemos imitar las cualidades de los demás países para ser mejores personas y conformar un mejor país”.
“Una de las noches más memorables fue la exposición internacional en Okinawa (isla al sur de Japón) en la que cada delegación preparó una mesa con música, platos y fotos típicas de su país. La comunidad local y los participantes del barco se quedaron encantados con las papitas fritas con salsa huancaína y crema Tarí, así como con nuestros caramelos de chicha morada y la música criolla. ¡Incluso llegamos a darles clases de negroide con la música del cajón! Fue una noche muy entretenida en la que dimos a conocer nuestro país y compartimos orgullosas experiencias”.